Hoy quiero hablar de la excelencia del trabajo bien hecho. Creo que sería razonable pensar que alguien que trabaja bien, tiene una gran preparación y destaca en lo que hace cobre un sueldo mejor que una persona mediocre.
Pues bien, en mi opinión en este país se está apostando por la mediocridad. No es de extrañar por eso la política de educación que se está llevando a cabo, donde el esfuerzo individual no está premiado. Una educación donde un PA (progresa adecuadamente) se lo ponen al que se ha esforzado lo mismo que al que no, y además se aprueba el curso hasta con tres asignaturas pendientes, es una prueba de que no se busca, ni se premia la excelencia.
En la mentalidad de un chiquillo es fácil comprender que si su trabajo no le aporta ningún beneficio a corto plazo se imponga la ley del menor esfuerzo. ¿Cómo le explicas a un chaval que lo que estudie hoy es lo que ganará mañana? Pues de ninguna manera, porque llegado este punto, en este país no es verdad.
Aquellos que estudiamos como locos, horas sin salir de la habitación para aprobar una oposición en aras de vivir mejor, ganar más dinero y tener unas condiciones de trabajo estables. Aquellos que además tuvimos la habilidad, el acierto y realizamos un examen mejor que los otros 8000 que se presentaron para la misma plaza, consiguiendo el puesto con mucho sudor y esfuerzo. Nos encontramos ahora con el fenómeno del real decreto que lo echa todo por tierra y nos deja al mismo nivel que cualquier otro que no haya estudiado una oposición.
Los notarios, los jueces, los policías, los bomberos, los médicos todos ellos se prepararon para ser lo que son a sabiendas del esfuerzo que la oposición requería y lo hicieron porque la meta merecía la pena. Si ahora cualquier trabajo obtenido por oposición es susceptible de ser recortado en prestaciones, no solo económicas sino de todo tipo, ¿quién va a realizar un esfuerzo extra?. "Comamos y bebamos que mañana moriremos" que lo mismo va a cobrar el mediocre que el cualificado.
Y dirán que tiene todo esto que ver con encontrarse un pelo en la sopa, pues mucho miren ustedes, porque para llegar a la excelencia del trabajo bien hecho hay que tener PROFESIONALIDAD, y esto no depende del oficio sino que es " la cualidad de la persona que ejerce su actividad con relevante capacidad y aplicación". Sólo se consigue formando profesionales con conocimientos, con principios, con expectativas de ascensos y mejoras. Esta formación supone un esfuerzo personal, un esfuerzo por parte del gobierno en la educación y de las empresas en lo laboral, aunque esto desgraciadamente también supone un esfuerzo económico.
Tener las miras cortas y pagar menos por una educación no es más que el comienzo de malos profesionales. Pagar menos a los trabajadores no es más que pan para hoy y hambre para mañana. Nadie da duros a pesetas y nadie va a realizar un trabajo igual de cualificado e igual de profesional por menos dinero.
Volviendo a la sopa, nunca me he encontrado un pelo en un restaurante con camareros y cocineros profesionales. Sí me he encontrado pelos cuando he ido a restaurantes con personal no cualificado, aunque obviamente más baratos para la empresa. La sopa es más cara en el restaurante PROFESIONAL pero yo personalmente prefiero pagar más y no tener pelo.
Mi conclusión es que España se está convirtiendo en un país donde hay pelos en la sopa. Los trabajos con nóminas irrisorias los ocuparan aquellos que no están suficientemente formados para aspirar a más. Los buenos profesionales pueden ocupar un puesto con una nómina baja pero por seguir con el ejemplo de la sopa, un camarero profesional jamás entregará un sopa con pelo, y no nos engañemos si el empresario no se gasta en su sueldo tampoco lo hará en limpieza, en calidad de comida, etc. y a la larga el pelo acabará en la sopa y el camarero se marchará.
Exijamos una buena educación y unos buenos profesionales, y paguemos a cada uno por el trabajo como se merece. Dejemos la mediocridad y apostemos por la excelencia.
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